No estoy seguro qué ha pasado. Sólo
recuerdo un coche chocando frontalmente. Después, todo ha sido como una especie
de sueño que no recuerdas bien al despertar. Una nebulosa de flashes con
imágenes lejanas.
Soy consciente de que algo grave me
ha pasado. No puedo moverme ni hablar, tampoco siento dolor y aunque veo
perfectamente y oigo todo lo que pasa alrededor, esta impotencia me está
consumiendo.
Acaba de entrar un médico. Con el
rostro serio se acerca a mí. Saca una linternita del bolsillo y me enfoca directamente.
Primero un ojo, luego el otro. La luz me quema, pero no puedo parpadear. El medico
se aleja. Dos enormes esferas luminosas ocupan casi todo mi reducido campo de
visión. Creo que unas lágrimas inundan mis ojos, no estoy seguro, pero me
siento mejor. Poco a poco empiezo a ver bien, aunque no hay nadie que pueda ver
mis lágrimas. Se secan. Creo que vuelvo a perder el conocimiento. Es como si me
quedara dormido con los ojos abiertos.
Mi familia está en la habitación. No
sé si estoy en casa o sigo en el hospital. Cada vez veo menos y mi oído está
peor, pero consigo adivinar algunas cosas que dicen. No me gusta nada lo que
oigo. Necesito que esto sea una pesadilla, quiero que sea una maldita y
angustiosa pesadilla que termine pronto.
Siento que me balanceo, seguramente
alguien me está moviendo. Noto un ligero mareo que desaparece despacio. Lentamente,
y aunque algo borroso, vuelvo a ver y con ello recupero la esperanza de que
este martirio termine.
Una mujer mayor se acerca y me mira
fijamente. No la conozco, pero algo en ella no me gusta. Sonríe. Vuelvo a
desvanecerme.
De nuevo me reanimo, o eso creo. Tras
un momento de confusión veo que estoy encerrado en un ataúd. ¡No puede ser,
sigo vivo! ¡Qué alguien me saque de aquí!
Nadie se acerca, pero tengo esperanzas.
La puerta sigue abierta y en cuanto alguien me mire, intentaré moverme.
Cada vez estoy más débil. Apenas
puedo oír nada. Intento moverme, pero creo que no puedo.
La mujer mayor vuelve a acercarse.
Mira seria a su alrededor, luego me clava sus pequeños ojos con dureza. Vuelve
a sonreír. Mis ojos se inundan, ¿estaré llorando? De repente su sonrisa se
borra, parece que está nerviosa. Saca un pañuelo y… creo que me está secando
las lágrimas. Ahora intenta cerrar mis ojos pero es imposible hacerlo del todo.
Vuelve a mirar alrededor mientras extiende su brazo. Ahora me mira con dulzura
y cierra la puerta.
Vicente Ortiz Guardado.
Microrrelato emitido en onda cero el 12-01-13 y ganador en el concurso de los emitidos en enero.
Escrito por Vicente Ortiz Guardado, narrado por Remedios Márquez y realizado por Pepe Menchero.
Escúchalo en IVOOX
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Muy impactante, sobre todo la forma de contarlo, pues aunque existan otros relatos y películas sobre este tema, cada cual imprime un sello propio, y en tu caso lo que queda grabado y le hace especial es que continue mirando y llorando.
ResponderEliminarGracias!
ResponderEliminarLa muerte representada como una vieja seca sus lágrimas y no se apiada de él.
Pues a mi lo que me impacta (aún más fuerte, al leerlo que escucharlo) es la angustia, la impotencia....vamos se ponen los pelos de punta, te metes dentro, lo sientes...quieres gritar..¡no me quiero ir!...espeluznante...ah! no encuentro la palabra exacta para calificar como te hace sentir esa "fria y abrupta realidad", y tu lo cuentas, así, como si describieras como llueve..., con serenidad, a mi me desborda...creo que es algo que todavía no tengo asimilado y que sin embargo, es muy parecido a lo que yo he sentido muchas veces, antes de conocer tu relato.
ResponderEliminarEsa angustia e impotencia es la que se intenta transmitir, pero, oye, solo es ficción, nada más.
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