Desde que recordaba en su
más tierna edad, había tenido pesadillas en las que una horrible bestia pálida
cubierta de extraños ropajes le golpeaba mientras lanzaba unos gruñidos tan
altisonantes como desagradables. Normalmente se repetían cada vez que estaba
enfermo, aunque también cuando algo le alteraba.
Hacía varios días que se
venían repitiendo. Quizás los ruidos que procedían algunas madrugadas en
lejanía del bosque eran la causa.