Tan rara como en la
sensación de un sueño en el que no puedes moverte rápido o hablar, así se
sentía Dorothy avanzando por el sinuoso pasillo todo lo alerta que podía. A su
derecha había una enorme puerta cerrada, siguió avanzando. Unos metros más
adelante, vio otra puerta. Esta vez agarró el pomo, pero éste no giró. Casi a
cámara lenta, echó un vistazo atrás para confirmar que seguía sola. Siguió
andando. Conforme avanzaba la luz era más escasa y el olor más desagradable. Su
cuerpo estaba tenso y su respiración empezaba a ser más irregular, pero tenía
que saber la verdad. Algo terrible estaba pasando, además no sabía cómo había
podido llegar hasta allí.