16 de febrero de 2022

El hombre de Vitruvio

CONTENIDO EXPLÍCITO

Apagué el cigarrillo y me metí en la ducha. El calor de la orina al descender por mis piernas contrastó con el agua fría que la alcachofa escupía contra mis tetas. Me excita esa sensación. Daría la vida por poderme mear desde la cabeza hasta los pies. O mucho mejor, que en lugar de meado fuera la sangre caliente bombeada por una persona que entrega su vida por complacer mi fantasía.

Cachonda como estaba, salí de la ducha sin secarme. Mi decepción llegó cuando entré en la habitación. El hijo de puta roncaba abierto de brazos y piernas. Ni siquiera se había limpiado la polla después de follar. Eso no es que me desagrade, pero si al menos hubiera tenido el detalle de seguir empalmado lo habría despertado con un polvo. Me acerqué a su mesilla y apuré una cerveza barata. Estaba caliente como yo. Como mi orín. Como su sangre. Antes de dejar la botella vacía en el suelo me la pasé por la entrepierna. Demasiado ancha. Entonces tomé la navaja que utilizaba para picar la coca. Sin mucho esfuerzo podría haber agrandado mi oquedad con ella. Habría sido excitante ver cómo entraba la botella bañada de sangre. Estaba enloquecida pero no soy imbécil, eso debe ser muy doloroso. Desesperada, si no podía meterme nada, al menos necesitaba empaparme con algo caliente. Lo miré. Pensé. Corté. Cuando el Hombre de Vitruvio quiso percatarse, mis manos se abrían paso por el canal que surcaba su cuerpo desde el esternón hasta los huevos.


Vicente Ortiz Febrero de 2022

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